Acerca de Cuba

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MÚSICA

Sin duda alguna, la música es la que más ha influido en la personalidad del cubano. Se dice que en la isla se habla cantando, se baila al caminar y se enamora con la letra de una canción. Es la música la que ha desarrollado el proceso evolutivo con más rapidez y fortaleza. La Habanera, género musical nacido de la danza criolla y la contradanza, influyó en el surgimiento del tango argentino y otros aires sudamericanos. Investigaciones recientes afirman que en las contradanzas de Manuel Saumell (llamado El nacionalista) se encontraba ya el tiempo de habaneras; en La Tedesco, por ejemplo, la primera parte es prácticamente la forma que tendría después el danzón; incluso la canción y la guajira quedaron esbozadas en muchas de sus composiciones. El Son y el Bolero llegaron a La Habana desde las provincias orientales, específicamente de Santiago de Cuba. El bolero apareció a principios de este siglo con los grandes compositores Alberto Villalón y Sindo Garay, con gran influencia de Pepe Sánchez (que escribió el primero Tristezas en 1883). Aunque las principales canciones de la vieja trova eran boleros, se destacaron como compositores Orlando de la Rosa e Isolina Carrillo, quien dejara uno de los legados más sublimes de todos los tiempos con el bolero Dos gardenias**.** Desde la segunda mitad del siglo XIX se tienen noticias de la existencia del son montuno. En 1950 Enrique Jorrín da a conocer La engañadora, primer cha cha cha. Pérez Prado realiza en 1952 su primer mambo. El segundo esplendor del son ocurre en la década del 50 con la aparición de un hombre autodidacta procedente de Cienfuegos, Benny Moré, quien años más tarde se ganaría el título de El bárbaro del ritmo. En 1970 surge la orquesta de música popular bailable Van Van, con una sonoridad muy típica y moderna. La salsa cubana, muy conocida hoy en día en casi todos los países del mundo, tiene su crecimiento y esplendor a finales de los 80 y principios de los 90 con la madurez de orquestas como Van Van, NG La Banda, y el surgimiento de orquestas jóvenes.

PINTURA

La pintura es la más genuina de las expresiones plásticas del país. Su evolución no pudo seguir un proceso de desarrollo coherente porque sus primeras expresiones, realizadas por los aborígenes en las cavernas, quedaron interrumpidas con la desaparición de estas poblaciones. Con la conquista y evangelización predominó una pintura de corte religioso asociada a la liturgia católica. No será hasta el siglo XIX, con la fundación de la Academia de San Alejandro (1818), que se comienza a gestar en el país una pintura hecha por criollos, orientada a satisfacer el gusto europeo de la burguesía cubana. La Academia fue creada por la Asociación Económica de Amigos del País, y su primer director fue el pintor de origen francés Jean Bautiste Vermay. Hacia la década del 80 se produce una nueva tendencia de orientación en la pintura cubana, que tuvo como tema principal el paisaje. Las figuras más importantes son Esteban Chartrand y Valentín Sanz Carta. Una pintura de corte costumbrista tendrá sus más interesantes expresiones en la obra del vasco Victor Patricio de Landaluze. Pero el academicismo seguía reinando en el ambiente plástico. La reacción vanguardista de los años 20 (siglo XX), inauguró un nuevo momento en la pintura cubana. El movimiento moderno tuvo su primera y más importante exposición en 1927, auspiciada por la Revista de Avance. Iniciadores de la vanguardia cubana fueron Eduardo Abela, Víctor Manuel, Antonio Gattorno y Carlos Enríquez, entre otros. Los años que siguieron fueron de consolidación del movimiento moderno, lo que se manifestó en la celebración del Primer Salón de Arte Moderno en 1937. Artistas jóvenes entonces indicaban ya un nuevo momento en al arte cubano que se concretaría con la llamada Escuela de La Habana en la década del 40. Figuras como René Portocarrero, Amelia Pélaez y Mariano Rodríguez forman parte de este movimiento. En 1942 regresa a Cuba Wifredo Lam, después de una larga estancia en Europa y una experiencia de taller con Pablo Picasso. En 1943 Lam realiza la obra que lo ha inmortalizado "La jungla", que fue adquirida por el MOMA de Nueva York. Con el triunfo de la revolución, el movimiento plástico se fortalece a partir de la creación en 1962 de la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Figuras muy importantes como Raúl Martínez y Antonia Eiriz, integraron el claustro de profesores. Unos años más tarde, en 1976, se funda la Facultad de Artes Plásticas del Instituto Superior de Arte.

Obras de artistas como Roberto Fabelo, Zaida del Río, Tomás Sánchez, Manuel Mendive y Nelsón Domínguez, conforman el patrimonio más importante de las últimas décadas. Hay que añadir nombres de artistas jóvenes como José Bedia, Kcho y Flavio Garciandía que han ocupado un lugar privilegiado al frente de los nuevos caminos de la plástica. La pintura cubana durante los últimos 30 años ha mostrado gran capacidad para asumir las influencias más importantes del arte internacional con sentido propio y creativo, asumiendo al mismo tiempo, una postura crítica en sus temas, para continuar definiendo así los rasgos de la identidad cubana.

LITERATURA

Puede decirse que Cuba es una isla que no ha cesado de concebir poetas. La primera obra versificada, Espejo de paciencia, data del año 1608 y se escribió en la villa de Puerto Príncipe por el canario Silvestre de Balboa. En la primera mitad del siglo XVIII, hacia 1733, apareció la primera obra teatral de autor cubano que se tiene noticia: El princípe Jardinero y Fingido Cloridano, del capitán habanero Don Santiago de Pita. En 1790 con la aparición del Papel Periódico de La Habana, la burguesía criolla logra un espacio importante. Manuel de Zequeiro (1760-1846) y Manuel Justo Ruvalcaba (1769-1805), se consideran los poetas más representativos de este siglo XVIII. En ambos poetas el sentido de lo cubano va emergiendo lentamente con el amor y deleite por las riquezas del suelo, dedicando sus versos a exaltar la piña, el mamey y otras frutas tropicales. Es en siglo XIX cuando nacen los grandes poetas y comienza a consolidarse así la tradición en la poesía cubana. Versos tan hondos y hermosos como los de Julián del Casal, Plácido, El Cucalambé, Juan Clemente Zenea, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Juana Borrero, José Jacinto Milanés, Luisa Pérez de Zambrana, José María Heredia y José Martí, dejan la huella de una lírica exquisita que, aunque romántica, supo en algunos casos, sobrepasar los límites del sentimiento para ofrecer versos de absoluto comprometimiento. En el siglo XIX se escribe la primera gran novela, Cecilia Valdés, por Cirilo Villaverde, que constituye uno de los legados más vitales. Otros novelistas importantes que aparecen son Ramón Meza y Gertrudis Gómez de Avellaneda. La poesía del siglo XX, inquietante por su diversidad de estilos como el siglo mismo, se crece con los nombres de José Zacarías Tallet, Regino Pedroso, Emilio Ballagas, Regino Botti, Nicolás Guillén, Carilda Oliver, Heberto Padilla, Virgilio Piñera, José Lezama Lima, Roberto Fernández Retamar, Gastón Baquero, Nancy Morejón, Antón Arrufat, Eliseo Diego (premio Juan Rulfo al conjunto de su obra), Cintio Vitier, Fina García Marrúz, Mirta Aguirre, Pablo Armando Férnandez, Guillermo Rodríguez Rivera, Angel Augier, y Dulce María Loynaz (premio Cervantes de la Academia). La novela tuvo un desarrollo acelerado durante el siglo XX con escritores que empiezan rápidamente a obtener importantes reconocimientos internacionales. Así, la biblioteca de novela en este siglo aumenta su colección con las obras de Miguel de Carrión, José Soler Puig, Dulce María Loynaz, Severo Sarduy, Miguel Barnet, Leonardo Padura, Senel Paz, Pablo Armando Férnandez, Luis Rogelio Nogueras, Guillermo Cabrera Infante, Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas, Jesús Díaz, José Lezama Lima, Abilio Estévez, y Alejo Carpentier (premio Cervantes de la Academia). En la actualidad la narrativa es uno de los géneros que con más seguridad se ha desarrollado en los jóvenes escritores, nombres como Alberto Garrido y Ronaldo Menéndez (ambos premio Casa de las Américas), dan fe de la elocuente vitalidad en la literatura cubana.

ARTESANIA CUBANA

En los momentos en que el gran almirante genovés Cristóbal Colón avisora "la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto", la población de Cuba estaba conformada por comunidades indígenas preagroalfareras y agroalfareras. Las primeras desarrollaron una cultura lítica: usando la concha y el caracol crearon varios elementos como cuchillos, vasijas, gubias, collares, incluso la vestimenta se conformó con piezas trabajadas en estos materiales, tanto las prendas de uso práctico como ceremonial. Los agroalfareros trabajaron además la cerámica que, por la gran cantidad de fragmentos y piezas encontradas, puede ser considerado como un oficio significativo en la vida económica y cultural de estos grupos. También fueron trabajados por ellos la madera y la cestería. La madera se empleo tanto en la construcción de bohíos y caneyes, como en las canoas que usaban en la navegación. La alta capacidad para la talla de la madera se evidencia en los cemíes, los dujos y los tambores llamados atabales o mayohuacán. Mientras que la artesanía tradicional de la mayoría de los países centro y sudamericanos conserva la huella de los primeros habitantes, en el caso de Cuba resulta difícil establecer los posibles nexos entre las piezas que conforman la tradición artesanal vigente y la manufactura indígena. Este legado histórico se conoce por las crónicas dejadas en las etapas de la conquista, y el trabajo de arqueólogos y antropólogos.

La cultura africana aportó un sin número de elementos a la artesanía popular. Los trabajos con semillas y en cerámica se consideran los más importantes. Esta fue una artesanía que para conservar sus elementos originales de culto o de utilidad práctica, tuvo que encontrar en el medio tropical y nuevo, una adaptabilidad a los nuevos materiales y texturas que aseguraran la permanencia y continuidad de sus tradiciones.

Hoy en día, la mayor parte de los creadores que asumen la artesanía (bien como una forma de expresión artística, otros con el fin de vender souvenir a los turistas), son estudiantes y egresados de las escuelas de arte, o personas con ciertos conocimientos de diseño o dibujo. La actividad artesanal contemporánea ha desarrollado diversas piezas de uso práctico, en relación ya con una industria que la provee de materias primas. Aunque sigue teniendo en algunos casos específicos un fin estético y decorativo, son contados los verdaderos artistas en esta esfera. Julio César Garrido y Carlos Espinosa, se han destacado con el trabajo en cuero y cedro específicamente para el tabaco. Sus trabajos fueron sometidos a subasta durante el Congreso Habanos en los umbrales del 2000. Digna mención para el artista y ceramista Alfredo Sosabravo quien recibiera en 1998 el Premio Nacional de Artes Plásticas al conjunto de su obra, en la cual la cerámica ocupa un lugar privilegiado.

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